Prométeme que volverás, prométeme que estarás ahí cuando el riesgo se vaya, porque no quiero vivir extrañándote, no quiero olvidarte, quiero seguir sintiendo como unos brazos me rodean calurosos, me acunan con solidaridad, buena energía, amistad, regocijo, con amor. Quiero poder sentir al otro cerca y escuchar como su corazón palpita, como su energía se recarga con la mía y somos felices juntos y nos reconfortamos juntos.
Prométeme que volverás y llenaras mis días de saludos efusivos o palabras de consuelo, que sentiré mis ojos humedecerse cuando sobre su hombro descanse mi cabeza y sobre mi cabello reposen sus manos, las de él, las de ella, si, los que me quieren, los que me extrañan, los que necesito o me necesitan.
Hoy te tengo dormido en mi interior, retenido por el destino, más no por mi voluntad, pero que esto no se te haga costumbre, porque yo quiero que vuelvas y te presentes en mis reuniones, en mis fiestas, en mi casa, con mis amigos, cuando te necesite, cuando me necesiten. Cuando por fin se pueda, cuando esto acabe.
Pero mientras tanto duerme ABRAZO, hiberna en mi interior abrazándome, alimentándote de mí, de mi espíritu, de mi amor, de mi esperanza, listo para devorar el mundo con dos brazos cuando este invierno acabe.
Cuando la amenaza desaparezca.