De pronto por estos días de confinamiento muchos amanecen como si fuesen enfermos terminales, a los que sin esperanzas de vida, les pasan los días esperando la cura milagrosa que no llega, para sanar lo que podría ser una mortal enfermedad (podría, porque esa certeza solo la tendremos cuando nos contagiemos). Soñando con regresar a un estilo de vida que nos fue arrebatado, por aquel que particularmente les parezca bien culpar: un virus, un murciélago, un complot de reducción poblacional, etc.
Si miramos buscando ejemplo, algunos enfermos terminales logran vivir la vida a pesar de su incertidumbre, aferrándose a aquello que los motiva, que los hace felices sin reparar en lo innegable, logrando cosas más allá de lo que se esperaría de ellos, y algo tan elemental como sonreír y cenar lo que les gusta de pronto cobra gran significado.
Porqué, si en una situación extrema como la anterior hay quienes logran sacarse adelante, en la situación actual de incertidumbre muchos se quedan dormidos, como vegetando, sin dar un paso adelante por esperar a ver ¿qué va a pasar?, no hago esto ¿por qué no se mañana?, no inicio esto porqué ¿quién sabe cómo será?
Si hoy te decidieras a mirar hacia adentro, viviendo las incertidumbres del día a día, pero no permitiéndoles que anulen tus certezas interiores: lo que tú eres, lo que te define, las metas que te has planteado y siguen vigentes, aquello por lo que quieres trabajar, tu propósito; si en vez de abandonar y esperara a ver… replanteas y re-diseñas los caminos.
¿Cuál anticipas que sería el efecto de este cambio de actitud hoy en tu vida?
¿Qué te levantarías a hacer mañana si decides ser desde tus certezas y no desde la incertidumbre que te rodea? claro, sin renunciar a cuidarte.
¡Prueba por un día lo que es no dejar que un mundo en letargo te frene! Y si te place, repítelo cada día.