¿No es un secreto a voces la dificultad que representa manejar con habilidad, sensatez y efectividad la comunicación con los jóvenes?
Los jóvenes son objeto constante de fuertes juicios y cuestionamientos por su desempeño, no solo en el ámbito educativo sino el familiar y social. Muchas veces por las expectativas de quienes esperan grandes cosas de ellos, lo que frecuentemente deriva en una muralla que el joven levanta entre él y ese entorno abrumador.
Esta ruptura entre padres e hijos o entre alumnos y docentes puede derivar en un bajo aprovechamiento de ámbitos naturales de aprendizaje como lo son la familia, los compañeros y el aula de clase.
Las consecuencias de esta circunstancia son innumerables, con altos costos no solo para el futuro de los jóvenes sino también para la sociedad que los acoge.
Si este es su caso lo invito a responder a conciencia desde su postura como padre o docente:
¿Cuál es su responsabilidad en esta ruptura?
¿Qué estrategia aún no ha probado?
¿Puede en una frase definir su comunicación con su hijo o alumno?
¿Qué actitud considera que podría modificar en usted, para lograr una comunicación más efectiva?
¿Cuál es el modelo educativo que practica?
Cuando entabla una conversación con su hijo o alumno, ¿Cómo escucha lo que él le está manifestando?
¿Cuántas veces han cerrado una conversación con la frase -Es que tu no me entiendes-?
¿Qué opina usted como padre o profesor conocedor de su hijo o alumno de la frase?
Lo escucho desde la ignorancia, desarrollo mi curiosidad, le doy espacio al respeto y descubro a un hijo o alumno que no conocía
En otras ocasiones a pesar de existir una comunicación, la ayuda y orientación que el joven desea recibir no es la suya y la razón a veces es que el joven, NO escucha desde la ignorancia, NO desarrolla su curiosidad, NO le da espacio al respeto y evidencia una reacción consecuente con lo que recibe.